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sábado, 28 de diciembre de 2013

Las Figuritas del Belén (3).

-Don Isaac, adelante, por favor.

El Padre Nugueña sonrió, se levantó pausadamente y, a paso de paseito dominical, se dirigió hacia el despacho del señor obispo. Si él había tenido que esperar, esperarían los dos.

El Padre Nugueña y Moseñor Cabrejas eran viejos conocidos, muy viejos, en una época muy lejana casi hasta amigos, rivales en cualquier caso, con todo lo que eso conlleva.

-¿Usted se ha vuelto loco?

Nugueña estuvo tentado, como siempre que se entrevistaban, de pedirle al obispo que le apeara el "usted", pero decidió no hacerlo. Desde que a Cabrejas le habían hecho obispo, se había olvidado de los tuteos de juventud.

-Si se refiere a lo del belén con dos Vírgenes María, se trata tan sólo de una función escolar, por favor, no saquemos las cosas de quicio, Monseñor.

-¡Pero, ¿usted oye lo que está diciendo?!

-Le reitero que es una simple actividad escolar.

-¿A usted esto le parece una simple "actividad escolar"?

El obispo arrojó sobre la mesa de noble madera una carpeta llena de recortes de periódico.

-Mire, monseñor, me pidieron que escribiera algo para justificar que en un Belén hubiera dos Vírgenes para sacar de un apuro a una amiga religiosa, y eso hice. El problema es que algún periodista con mala idea se enteró y, ya ve, el asunto se ha salido de madre. Pero, reconocerá, el planteamiento de mi escrito es, desde un punto de vista teológico, impecable.

Sí, en efecto, lo era, y el obispo lo sabía. Ese capullo era un excelente teólogo, quizás incluso mejor que él, aunque le doliera reconocerlo. En fin, que aquello le acababa de rematar el enojo monumental al señor obispo.

-¡Me da igual! Como usted se figurará, todo este asunto está resultando muy incómodo en lugares muy importantes de la Iglesia, así ya está usted retirando esto en público!

-Pero, ¿y los del colegio?

-¡Ese puñado de monjas y mis problemas no son asunto mío!

Amén.

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