Buscar en Mundo Jackson

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¡Bravo, Don Álvaro! (8)

El público asistía perplejo al espectáculo (los pocos que no estaban en el bar del hall, se entiende): cuatro actores disfrazados de tramoyistas (o quizás, tramoyistas de verdad) simulaba (o no) intentar reducir a otro actor (se suponía) que había saltado al escenario de improviso y no paraba de gritar algo sobre la vergüenza y la traición a los propios principios, mientras que otro grupo de actores vestidos de legionarios romanos (se suponía que no lo eran de verdad), contemplaban la pelea desde una esquina de escenario. Al fondo, una chica con las tetas al viento cantaba "La Minifalda" de Manolo Escobar, cuarto pieza de  un completó popurrí del almeriense que había comenzado con el clásico "Mi Carro". Entonces, pero rematar la escena (¿era una escena?), tres gorilas de la seguridad de Presidencia (pero, ¿estos son actores o no?) subieron a las tablas y se llevaron al (presunto) espontáneo a discreta punta de pistola.

En resumen, que aquello se notó algo, pero no mucho. Ventajas del teatro experimental.

Entra bambalinas, un par de policías ya estaban listos para llevarse a Jorge Vintacón a comisaria. Lo que él quería, lástima que no le hubiese dado tiempo a terminar el monólogo.

Y en eso, Vintacón vio a Álvaro Aspidilla.

-¡Vendido, traidor, cabrón! ¡He hecho para recordarte quién fuiste y restregarte en la cara en lo que te has convertido y has convertido a los "Vagabundos"!

Aspidilla, impertérrito, le hizo un gesto a los policias para que retuvieran un instante al muchacho. Salio y volvió a los pocos segundos. Traía un langostino en una mano y una aceituna en la otra, sin duda procedentes del ambigú que ya estaba listo para después de la función.

-¡A ver, bocazas de mierda, cómete esto! -sorpresa generalizada- ¡Que te lo comas, coño, que tengo que salir a escena en nada!

El pobre muchacho, estupefacto e intimado a partes iguales, se zampó oliva y marisco.

-Vale, bocazas, ahora dime, ¿qué está más rico? -prosiguió Aspidilla.

-Pues...el langostino.

-¡Exacto, el puto langostino! ¡Pues déjame que yo me gane los langostinos tranquilamente, y te voy a dar un consejo gratis, deja de hacer el imbécil y empieza tú a ganarte los tuyos también, mamarracho!

-Pero, ¿y la lucha por la igualdad de las personas, la fraternidad entre los pueblos...los ideales?

-Los ideales no compran langostinos, tarado. ¡Agentes, llévense a este individuo de una vez!

No hay comentarios: