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viernes, 7 de septiembre de 2012

S8 (3).

Charlie Casiano cada vez llevaba peor ser la estrella de aquel circo.

Añoraba los tiempos en que sólo nadaba para él, contra sí mismo, con el único objetivo de disfrutar logrando ser lo más rápido posible.

Ahora, era un ídolo para miles de niños con algún tipo de problema físico más o menos grave. Sobre el papel, eso es muy bonito. Pero la realidad era que sentía que no podía decepcionarlos, que tenía que lograr los 50 dichosos segundos. La presión era cada vez mayor, cada vez más insoportable. Quedaban seis meses para las preliminares y, con un durísimo trabajo que practicamente le había robado su vida, había conseguido bajar a 51:03.

Por triste que parezca, los únicos momentos de ocio fuera de la piscina que tenía eran los actos públicos: los que organizaba Stan Woods o alguno de los múltiples patrocinadores que le habían salido a Charlie. Estos también le presionaban para que no los decepcionara.

Ese día, tocaba asistir como invitado de honor a la gala de la Fundación Pete Dummars, dedicaba a apoyar a personas que habían sufrido algún tipo de amputación. A Charlie le sentaron junto al otro invitado especial: Jack "Chuck" Knox, un sesentón ex-piloto de helicópteros que había perdido las piernas en una misión de salvamenteo sobre Vietnam. Por su heroico comportamiento, le había sido otorgada la Medalla del Honor del Congreso, la cual lucía en su cuello aquella noche.

-¡Vaya, vaya, si es el pececito volador!

Charlie sonrió incómodo, aquel tío parecía estar como una cabra, los efectos traumáticos de la guerra sin duda.

-¿Eso que lleva usted no es la Medalla del Honor?

-Exactamente, hijo, la jodida Medalla del jodido Honor del jodido Congreso de los jodidos Estados Unidos de la jodida America.

Charlie cada vez estaba más tenso. Esperaba que aquel tío no le pidieran que dijera unas palabras...

-¡Pues entonces es usted un héroe!

-No, soy un mutilado de guerra. Un héroe lo sería si hubiéramos ganado la maldita guerra. Más te vale conseguir tu objetivo, hijo, este país odia a los perdedores, no perdona la derrota. Mírame a mí: me dejé las dos putas piernas en una guerra que jamás comprendí y todo lo que han hecho por mí es darme una medallita, concederme una pensión de asco y exhibirme en este tipo de actos como si fuera un potrillo de la feria estatal de Kentucky.

Estupendo, más presión, justo lo que Charlie necesitaba.

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