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lunes, 3 de septiembre de 2012

Círculo Nonimal Patrio.

Ambos empezaron el mismo día a trabajar -bien jovencitos-, ¡qué casualidad!

Eufemio, en la portería del edificio de oficinas. El otro, en la redacción de un periódico.

Al poco tiempo, el roce profesional hizo la cortesía del saludo.

-¡Buenos días, don José!

-¡Buenos días, Eufemio!

Esto duró hasta un día que cambiaron las circunstancias socio-político-oportunistas.

-¡Buenos días, don José!

-¡Pepe, joder, llámame Pepe, que aquí somos todos compañeros!

-Como guste usted, don Pepe.

-¡Apéame el don y de tú, compañero!

-Pues buenos días, Pepe -zanjó Eufemio con timidez.

Pero la rueda de la política y la sociedad siguió dando vueltas, y a don José le salió el acento que durante tantos años había ocultado. Le salió hasta más exagerado de lo normal. Convenía.

-¡Buenos días, Pepe!

-¡Josep, Eufemiano, mi nombre en realidad es Josep!

-Pues nada, buenos días, Josep.

Eso, hasta que al periódico lo compraron los americanos, claró está.

-¡Buenos días, Josep!

-Joe, my name is Joe, my friend!

-Ah, pues buenos días, Joe.

Y, por fin, después de tanta vuelta, las cosas volvieron al lugar de donde habían salido.

-Gusmonin, Joe.

-¡Don José, coño, Eufemiano, que llevas aquí cuarenta años y te vas a jubilar sin saber cómo me llamo, hombre!

Las cosas, después de tantas vueltas, volvieron a donde estaban. Avanzaron, sí, pero lo hicieron en círculo.

España es así.

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