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jueves, 30 de agosto de 2012

Tres Tristres Osos.

-¿Tú has visto estas notas, Mamá Osa?

-Sí, Papá Oso.

-¡Seis suspensos seis! Y tú, ¿qué tienes que decir?

-Nada.

-¡Nada, nada, nada...! ¡Eso es lo que haces tú, nada!

-¡No te enfades con ella, Papá Oso! Anda, Osita, tómate la miel.

-No quiero miel.

-¡¿Cómo que no quieres miel?!

-Porque es un asco y no es sana.

-¿Y qué se supone que va a cenar la señorita?

-Hormigas.

-¿Hormigas? ¿Qué cochinada es esa?

-Salva sólo come hormigas desde que nació y está más sano que un roble.

-¡Ah, claro, "Salva"! ¡La niña se va a hacer "hormiguera" porque el guarro de su novio lo es! ¡Con todos los plantígrados serios y formales que hay en el bosque, y te has tenido que fijar en ese tipo tan raro, y tan feo, con esos ojos de pulga pedorra, esa nariz tan larga y esa lengua,...lo de la lengua prefiero ni pensarlo!

-¡No hables así de Salva!

-¡Pero si es que tú no eres una osa hormiguera, eres un osa parda de pura cepa! ¡Ursus arctos! ¡Omnívora, omnívora!

-¡Que me olvides!

-O, si no te gustan los de aquí, por lo menos haberte liado con el oso grizzly americano ese de intercambio, que por lo menos habías aprendido inglés.

-¡A mí me gusta Salva, ¿vale?! 


-Pues nada, a rechupetear hormigueros hasta que se te pase en caprichito, como te paso con el oso polar aquel.

-Me voy con Ricitos de Oro. ¡Adiós!

-¡Ésa, ésa es la culpable de todo, menuda influencia!

-Hija, ya que bajas a la calle, tráete salmón del chino...Dile al panda que lo apunte en nuestra cuenta.



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