No sabía mucho de psicología, apenas lo que había aprendido hojeando un par de revistas divulgativas en la sala de espera del dentista. Aun así, preguntarle el nombre a aquel tío le pareció una buena idea.
-Oiga, usted, ¿cómo se llama?
-¿Y eso qué importa?
-Hombre, ya que nos vamos a matar juntos...
-¿Y usted?
-Yo soy Alfredo.
-Yo Cristobal.
-Pues tanto gusto.
-El gusto es mío.
-¿Y tiene usted familia?
-¿Esto qué es, un interrogatorio?
-No, hombre. Yo era por matar el rato charlando hasta que nos matemos nosotros.
-Pues sí, mire: tengo familia para aburrir. Primero la golfa de "la Visi". Con esa tuve una niña. Me compraron un cacharrito de esos para el salpicadero. "No corras, papá" y las fotos de las dos. Pero, mire usted por donde, las que salieron corriendo fueron ellas, con un viajante de medias de Reus. De eso hará unos doce años. Deprimido, decidí cambiar de aires. Me fui a la costa y "rehice mi vida", como dicen los modernos, con Doris, de importanción. Tuvimos el nene reglamentario, "Walter María" -manda huevos el nombrecito-. Estos también se dieron a la fuga, pero me toca pasarle una pensión todos los meses. Me volví a la ciudad y conocí a Yolanda. Ésta me ha terminado de joder la vida, pero por lo menos no hay crío de por medio. ¿Le parece suficiente familia?
-Bueno, es que eso que le pasa a usted hoy en día es normal...Le sucede a mucha gente.
-¡Exacto! Somos árboles sin raíces fuertes, nos han convertido premeditadamente en eso. Vive aquí y ten una hija, vive allá y ten un hijo...¿Sabe por qué? ¡Porque ellos nos quieren por nuestra madera, y un día se dieron cuenta de que si evitaban que echáramos raíces, nos podían arrancar de cuajo, que es más fácil que tener que talarnos!
-Pero, ¿quiénes son "ellos"?
-Los que lo controlan todo, los que marcan nuestaras vidas, ¡las reínas del hormiguero para el que usted y yo trabajamos horas y horas a cambio de migajas de pan!
No hay comentarios:
Publicar un comentario