El diccionario de la Real Academia recoge el término "Invernar" (que viene a ser "pasar el invierno"), pero, ¡grave injusticia!, ni rastro de "Inverneo".
Injusticia porque el concepto claramente existe -y por ello se merece su palabra-, aunque sea mucho más propio de las bestias que de humanos. ¿Qué hace usted durante el veraneo? Pues lo mismo que los animales que están de "inverneo": absolutamente nada (tumbado, eso sí).
(Es el momento de hacer un recordatorio innecesario: no confundamos "invernar" con "hibernar", aunque ambos conceptos venga a ser casi lo mismo en la práctica).
Mas, ¿por qué no popularizar también la sanísima constumbre del "inverneo" entre los humanos? ¿A quién no le gustaría tirarse los meses del duro inviernos durmiendo a pierna suelta, en suprema ejecución de la Siesta Patria? ¡Con el frío que hace en la calle y lo calentito que se está en casa, señores!
Según esto, el calendaria laboral quedaría del siguiente modo:
Del 1 de Enero al 28 de Febrero: Inverneo.
Del 1 de Marzo al 30 de Junio: Periodo laboral de Primavera.
Del 1 de Julio al 31 de Agosto: Veraneo.
Del 1 de Septiembre al 31 de Diciembre: Periodo laboral de Otoño.
Si se trabaja también todos los sábados, y se quitan todas las fiestas -excepto un domingos de cada dos-, la propuesta es absolutamente viable (salen unos 230 días laborables al año). Hombre, reconozco que es una paliza currar cuatro meses seguidos descansando un día de cada catorce, pero, ¿y el gustito que le iba a dar ponerse el pijama el 31 de diciembre por la noche para pasarse dos menes haciendo seda y roncando? ¡Por no hablar de un pedazo de veraneo de dos meses!
(Vale, esto que propongo es absolutamente estúpido y absurdo, pero me he dicho a mí mismo que, con todas las barbaridades que se están diciendo en materia laboral, ¿qué importa otra más?)
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