"Voy a montar unos fuegos artificiales...¡A ver si le comento a Haendel que me haga una musiquilla para el asunto, hombre!" Algo así debio de decir Jorge II de Inglaterra cuando organizaba un acto de autobombo propagandístico en forma de espectáculo pirotécnico. Obviamente, nadie se acuerda de los fuegos, poquitos de Jorge II, pero la música que compuso Haendel para el evento ahí sigue, perpetuada (aunque sea, a menudo, como fondo musical de documentales sobre la historia del cava o en marcando la llegada de la novia en vídeos de boda).
Era lo bueno de las cortes de siglos ha, que a uno le pintaban genios, le loaban -por escrito- más genios y le hacian la música otros más geniales todavía. Vamos, que muchas de las grandes obras maestras del Arte eran, a la vez, descarados actos de pelotilleo hacia el monarca de turno.
Pero ahora parece ser que la costumbre se ha perdido. Que yo sepa, ni un mísero músico de la corte tenemos para llevarnos en España a la boca (al oído, mejor dicho). Nadie que haya compuesto una solemne "Sonata del Discurso de Navidad", una enérgica marcha militar titulada "Bribón, que rompes las olas con tu bravura" (muy propia para inaugurar o clausurar el año académico en la Escuela Naval de Marín), una sinfonía "Al Nacimiento del Primer Nieto de Su Majestad" (ideal para amenizar el bautizo) o una simpática ópera bufa titulada "La Caza de Elefante".
¡Pero si hasta se casó el Príncipe y toda la música fue de la ceremonia fue de prestado! (Por cierto, recurriendo en un par de ocasiones al propio Haendel, ese tremendo solterón cuya música -en simpática parajoda- rara vez falta en las ceremonias nupciales). El propio Ayuntamiento de Madrid intentó parchear el tema encargando a Nacho Cano una pieza, pero, lamentablemente, una pieza no hace puzzle (y esta es, además, bastante insulsa).
En definitiva, que ya va siendo hora de que la Corte de España tenga su propio músico, a ser posible una figura cumbre de la Historia de la Música.
(Eso sí, de explicarle al Pueblo de España el gasto asociado a la contratación de tan cortesano compositor, que se encargue otro).
Haendel y Jorge I de Inglaterra (alemanes los dos), de paseo de colegas por el Támesis. Al fondo, los músicos interpretan la música compuesta por Haendel para la ocasión.
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