Cuando consideró que todas la piezas estaban razonablemente encajadas, Javier Boaldeza telefoneó a un amiguete de la carrera, seguro de que la historia que tenía entre manos les podía interesar: hacer una buena labor social, y de paso, sacarse algo de dinero y promocionarse. La jugada era redonda.
-¿Chusko? Soy Javibó. Tengo un reportaje de investigación entre manos que puede estar muy bien...
-¿De qué va?
-Mejor quedamos y te cuento.
-¿No de puedes adelantar nada?
-Es muy gordo macho, los pobres de toda la ciudad están controlados por una mafia unificada, posiblemente ligada a una empresa.
-Ya...Bueno, a las cinco en "El Guarro" y me cuentas.
-OK.
-Cuidadate.
A Jesús Javier Gómez Brez hacia tiempo que casi nadie le llamaba "Chusko", apenas los cuatro amiguetes descolgados de la carrera. Ahora era y firmaba "Jesús Jota Gómez Brez". Le gustaba más así, le recordaba que el payaso idealista se quedó en las aulas de la Facultad de Periodismo.
-¿Señor Palomero? Soy Gómez Brez, tengo algo que igual le interesa.
En periodismo, no te fíes ni de tus amiguetes. De hecho, no existe tal cosa en ese mundillo.
Al entrar en "El Guarro", Javier buscó en vano al que creía su amigo. En cambio, ellos le encontraron sin dificultad.
-¿Señor Boaldeza? El señor Gómez Brez no ha podido venir, le ruega que le disculpe. Pero permítame que me presente, soy el señor Espinosa y me acompaña el señor Palomero.
-¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?
-Creo que ya nos hemos presentado, y en referencia a lo segundo, hablar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario