Pero, ¿qué tiene de especial ser de Bolingbroke?
A primera vista, nada. Son ciudadanos totalmente normales, que trabajan y reciben su salario como cualquier otro. Pagan impuestos, aunque en condiciones ventajosas, gracias a acuerdos especiales que Bolingbroke suscribió con los diferentes gobiernos.
Van de compras, al cine o al fútbol, aunque gestionan todo eso a través del Departamento de Ocio y les sale más barato, e incluso puede que gratis, si poseen el nivel adecuado.
Se relacionan como cualquier persona y tienen sus amigos. Algunos son bolingbrokers, otros no. Lo mismo es aplicable a las relaciones de pareja, aunque para que un niño tenga la nacionalidad, es preciso que sus dos padres sean bolingbrokers.
También tienen hipoteca, aunque reciben un trato muy especial si lo hacen con algún banco de Bolingbroke. Y para los que no quieran comprar vivienda, Bolingbroke ofrece alquileres a precios muy asequibles en cualquiera de sus colonias.
En lo referente a sanidad o educación, todos los bolingbrokers son libres de elegir médico y colegio para sus hijos, pero a nadie se le escapa la excelencia de las clínicas de la Red Sanitaria Bolingbroke (con precios casi simbólicos para ciudadanos) y que los menores que estudian fuera del Sistema Educativo Bolingbroke tienen que pasar la muy exigente Evaluación de Idoneidad Ciudadana (E.I.C) si no quieren perder su pasaporte bolingbroker al cumplir la mayoría de edad.
Bolingbroke no es una secta, no hay lavados de cerebro, no hay veneración artificial hacia el muy anciano Presidente, nada de eso (de hecho, es un estado aconfesional, y sus ciudadanos pertenecen a todo tipo de credos). Se trata, simplemente, de un país de personas en el que un gigantesco departamento de recursos humanos, llamado oficialmente Ministerio de la Ciudadanía, da y quita la nacionalidad según su criterio. Es la patria artificial de los trabajadores más brillantes y eficientes. Si eres bueno, el chollo continúa; si te relajas y dejas de ser muy productivo, estás fuera.
Tampoco hay un control obsesivo por la información personal de los ciudadanos, aunque si existe un Ministerio del Interior, con su propio servicio de policía, y un Ministerio de Justicia, a cuya autoridad todos los bolingbrokers se someten, independientemente de la justicia ordinaria de los diferentes países.
Lo cual nos lleva al tema de los "concordatos especiales".
Hay ciertos países que, a cambio de fortísimas inversiones de Bolingbroke, aceptaron que los portadores de pasaporte Bolingbroke tengan inmunidad con la justicia local, y sean juzgados exclusivamente por un Tribunal Bolingbroke. Además, también aceptaron no inmiscuirse en cualquier asunto que ocurriera en las colonias ubicadas en su territorio, ni establecer control alguno sobre las entradas y salidas de personas y mercancías entre colonias Bolingbroke y terceros países.
Hubo cierto gobernante recién elegido que consideró todo esto como un escandalo nacional y expresó su intención de anular tales privilegios. Entonces, hizo números y se percató de que sin Bolingbroke, la economía de su país simplemente se iba a pique. Y cambió de opinión.
También hay un Ministerio de Defensa (con su ejército correspondiente). Su única misión oficialmente es defender la integridad territorial del Estado Bolingbroke y la seguridad de sus ciudadanos. Gracias a los "concordatos especiales", lleva a cabo "misiones defensivas" con total libertad en ciertos rincones del mundo.
Esta es, brevemente, la muy exitosa Empresa-Estado Bolingbroke.
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