Al contrario que la otra, que es bien recibida por televisión y radio, a ésta le cierran las puertas de la mayoría de las casas.
"No se admite propaganda", reza ese cartel tan bonito que confeccionó el señor presidente de la comunidad de su teclado e impresora. En otros sitios, más dados a los gastos extraordinarios, han adquirido una de esas cestitas metálicas, con su correspondiente cartel: "Señor Cartero Comercial, por favor, deposite 24 copias".
Tampoco tiene mayor fortuna la que se entrega en mano por la calle (generalmente, de academias multidisciplinares o locales de ambiente selecto donde tomar una copa en compañía de elegantes señoritas, que me pregunto cómo es posible que, siendo el sitio tan selecto, le den la invitación a todo hijo de vecino que pasea por la calle). Muchos viandantes la rechazan con gesto serio, mientras que otros la cogen y van directamente en busca de una papelera para echarla. Por lo general, en la más cercana ya no queda sitio.
En efecto, nadie quiere esos papeles de mayor o menor calidad, con más o menos colorines y más o menos elaborados que reciben el nombre de "propaganda".
Algunos tienen la fortuna de anunciar productos atractivos (léase electrónica) y uno les dedica unos segundos en forma de rápido vistazo, para, acto seguido, depositar el folleto en la papelera con un suspiro, ya sea porque uno no tiene presupuesto para el ordenador portátil o, peor todavía, porque acabas de ver que el que te compraste hace 10 días lo han rebajado un 20% (a traición).
Pero la mayoría de la propaganda ni se lee: toda la gama de comida rápida, tratamientos dentales varios o la entrañable octavilla fotocopiada en que Marcial se ofrece a pintarte el piso por 350 euros con rapidez y limpieza, esos son pasados por la basura sin juicio ni lectura.
Lo que nos lleva a la eterna pregunta: "¿Realmente es rentable hacer propaganda?, que siempre recibe la eterna respuesta: "Si lo siguen haciendo, se conoce que sí".
No obstante, y cierro con esta advertencia, la propaganda siempre tiene su venganza póstuma, materializada en el diálogo:
-¿Pedimos unas pizzas?
-Vale.
-¿Has visto la propaganda esa que mandaron, la venía lo del 2x1?
-No...Creo que la tiramos.
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