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viernes, 17 de junio de 2011

Historias Imaginarias de un Colegio que Jamás Existió: Éxitos y Fracasos.

Cuando uno lleva el suficiente tiempo en el negocio de la Educación, no es raro que un ex-alumno acabe siendo famoso.

José Luis Trestuestes analizó detenidamente la fotografía del periódico, y no le costó demasiado reconocer en aquel rostro a Fernandito Anáis, pese a que hacía una década que le había perdido la pista. Fernandito conservaba la misma mirada azul no-he-roto-un-plato, la misma embaucadora sonrisa de solista de coro parroquial y ese pelo suyo, tan rizado y tan rubio.

José Luis Trestuestes no podía culpar a todos aquellos pobres inversores que había creído al joven y exitoso financiero don Fernando Anáis, porque todo el claustro -el mismo el primero- habían sido presa fácil de sus embustes y de sus artimañas. Y, para cuando se enteraron de la verdad, ya era demasiado tarde.

Jose Luis Trestuestes se sintió un poco culpable, por no haber advertido a la sociedad en pleno del peligro que tenía Fernandito Anáis. ¿Deberían los profesores hacer pública una lista con todos los "golfos peligrosos" que pasan por sus aulas? Quizás no fuera mala idea.

Aunque, sin duda, lo que peor le hacía sentir era el hecho de que había pasado muchas horas de su vida intentando inculcar valores a Fernandito Anáis, y el muy mamón había conseguido hacerle creer durante tres cursos escolares que lo estaba logrando.

Pero ahí estaba la realidad, tan cruel y tan directa como de costumbre. Ahí estaba su antiguo alumno, ante un juez por haber dejado sin dinero y sin sueños a tantas y tantas honradas familias.

Y lo peor del caso era que no le cabía la menor duda de que Fernandito Anáis saldría de rositas de todo aquello.

¡Esa lección sí que la había aprendido de maravilla!

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