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viernes, 10 de junio de 2011

Historias Imaginarias de un Colegio que Jamás Existió: Nico.

-¡Hola, Jose!

-Hola, Nico.

(José Luis Trestuestes resopló molesto y resignado para sus adentros).

-¿Qué haces?

-Aquí, preparando unas cosillas.

(¡Que cotilla!)

-¿Tienes los exámenes?

-No, no he tenido tiempo desde ayer.

-Ya...Claro. ¡Menudo peñazo debe ser tanto corregir!

(No tanto como tú, macho).

-Bueno, ¿no te bajas al patio para echarte un fúbol?

-No, es que ya sabes que estoy mal de la rodilla.

-Sí, ya me acuerdo.

(Este muchacho debería ir cambiando de excusa).

-¿Te gusta Nirvana?

-¿El qué?

-Nirvana, el grupo musical...Ya sabes, Kurt Cobain.

-Ah, pues no especialmente.

-¡A mi me encantan!

-Muy bien.

(Lo anotaré en mi base de datos absolutamente carentes de interés).

-¿Sabes que toco la batería?

-Oye, perdona es que estoy muy liado y...

-Ya, claro. Hasta ahora.

Más gilipollas era él por sentirse culpable por cortar así al chaval. No, si no era mal chico en absoluto, sólo un pesado sin amigos, un perrito paria social en busca de que alguien le prestara un poco de atención.

Sin duda, es toda una lástima cuando un chaval de 16 años no tiene nada mejor que hacer con sus preciosos 25 minutos de recreo que contarle su vida a un profesor de 41 años.

Todo un drama que los amigos no se compren con dinero o regalos. Una lección que los padres de Nico -con sus carísimas fiestas de cumpleaños en el Parque de Atracciones- jamás aprendieron. Señores. ¡Que no iban por su hijo, iban por la montaña rusa y los coches de choque gratis! Y algunos hasta se lo pensaban.

En fin, no podía perder más tiempo con aquella pequeña gran tragedia cotidiana. Un colegio es así.

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