A veces, la realidad es mucho más curiosa que la la ficción. Gracias s Dios.
¿Cómo explicar si no que el obispo de la diócesis de Las Vegas (Nevada, EEUU) sea el ilustrísimo y reverendísimo señor Joseph Pepe? Y no es broma.
En efecto, monseñor Pepe tiene la complicadísma misión de meter en cintura a un rebaño que pace en los prados del vicio variado y la perversión en general. Personas que, me temo, en muchos casos sólo se acuerdan de "el de Arriba" para que les salga un siete a los dados o los muchachos de Tony Rizzo no le encuentren.
Sí, lo de hacer pastoral en Las Vegas no debe ser tarea fácil. Piense, por ejemplo, en algunos sacramentos:
De entrada, la Eucaristía. ¿Conoce a alguien que le haya dicho: "Me lo pase muy bien en Las Vegas, fui al casino Caesars Palace, a ver a Tom Jones al Plaza Hotel y a misa de 12 el domingo"? También ignoro si en el cepillo admitirán fichas de casino.
¿Y la confesión? ¿Se imagina lo que tiene que dar de sí la confesión de alguien que se ha pasado una semana en Las Vegas? Supongo que el sacerdote dirá: "¡A ver, hijo, hazme un resumen!".
Aunque lo peor debe ser lo del matrimonio. Enfrentarse al mismísimo Elvis como competencia a la hora de oficiar bodas no se antoja tarea fácil (lo que ignoro es si algún cura católico casa vestido de "El Rey").
En resumen, que los curas que trabajan en Las Vegas pueden presumir de que están en las misiones.
Monseñor Joseph A. Pepe, obispo de Las Vegas. ¡No tienes tajo ni na, macho!
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