Aquello no le sorprendió del todo, que el tal Amalio siempre le había olido a poquito de fiar. En fin, el daño ya estaba hecho: José le había dado un sobre con una sabrosa propinilla para "El Tostadita" y el granuja de Amalio se había esfumado con la pasta. Pensó en denunciarlo a la policía, pero al final decidió que era mejor no hacerlo.
Lo que más le dolía del asunto era que dejaba bien a las claras que el tipo aquel no confiaba lo más mínimo en que su hijo valiera para torero. No lo habían hablado, pero la mirada del chaval le confirmaba que él también se había percatado de ello.
Conclusión, que Miguel Povera Gartero "Pepsi-Cola" debutaba en Madrid, y lo hacía sin apoderado, como bien dejaba a las claras el espacio en blanco del programa oficial.
Sin apoderado, con un traje alquilado, con una cuadrilla de esperpento...
La vomitona fue acorde a la plaza, de primera. Pero curiosamente, en esa ocasión José no le pidió a su hijo que lo dejara. Se limitó a limpiarle la cara y a decirle: "Ya he hablado con tu madre, está tranquila. Vámonos".
En el patio de cuadrillas se dieron cita los tres novilleros. "El Pepsi-Cola" y su viejo compañero de fatigas "Manolín Caracol" habían llegado entre la más absoluta de las indiferencias, rota solo por algún japonés despistado que les tiró una foto. Rojas Quirós se había abierto paso a golpe de subalterno entre una nube de locura y flash. Es que es muy guapo, nobleza obliga.
-¡Señores, qué Dios reparta suerte!-le salió partenalista a Rojas Quirós de su perfecta sonrisa de prepotencia. Sabía que su suerte ya estaba prácticamte echada e iba a ser buena.
Terminado el paseillo, "Manolín Caracol" se acercó a "El Pepsi-Cola" y le susurró al oído:
-¡Si hoy sale alguien por la puerta grande, que seamos tú o yo, pero nunca el pijo de mierda ese!
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