Resulta difícil decidir si, en caso de fuga masiva de alumnos, es peor que se entere el directo o los padres. Difícil e inútil, porque ambos se enteraron y ambos estuvieron de acuerdo en qué había que hacer.
Gracias a que las noticias vuelan, se pudo celebrar la última reunión de la Banda del Capitán Gusanito, en mitad del patio, en mitad del recreo. No obstante, fue rápida, torpe...e incompleta.
-¿Y Domingo? ¿No le habéis avisado?
-¡¿Cómo puedes decir eso después de lo que hizo?! ¡Domingo ya no es de la Banda, es un hijo de puta traidor!?
-¡No digas eso!
-¡Pero si es lo que es!
-No, no es ningún traidor. Simplemente, dejé de ser necesario para él, y como ya no hago falta aquí, pues me voy.
-¡Pero sí que eres necesario...para nosotros! ¡Y no te vas, te echan!
-No, no, es una ilusión, un truco que hace el cariño, que es de los mejores magos del mundo. Pero lo cierto es que ya no os hago falta, os daréis cuenta pronto, mañana mismo.
Entonces apareció por detrás un jefe de estudios tétrico y sombrío, y con sendos gestos de mano y cabeza le indicó, de la manera más educado en que se puede ser mala persona, que se largara de inmediato.
-Desde este momento, quedáis licenciados. ¡Os ordenos que vayáis y busquéis una banda mejor que ésta! ¡Hasta siempre, mis valientes! Olvidadme a mí, si queréis, pero -por favor- no olvidéis cualquier cosa que hayáis aprendido de mí.
-¡Jamás, jamás te olvidaremos!
-Última lección: "Eso que acabas de prometer, a menudo es imposible de cumplir", Bueno, esa es la penúltima. La última es que nunca lloréis más de lo estrictamente necesario para el alma. La risa, en cambio, la podéis derrochar.
Y así, con todos sus secuaces llorando, se fue para siempre de allí el Capitán Gusanito.
Sí, digo bien, con todos. Tres lo hacían en el patio. El otro, lloraba solo encerrado en uno de los váteres.
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