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sábado, 21 de mayo de 2011

La Banda del Capitán Gusanito (6).

El principal abono de la inseguridad infantil y juvenil es la exclusión social. Pero aquellos niños ya no sentían excluidos, aquellos niños ya tenían su grupo. Un grupo con el que estaban contentos y que les permitían no tener tanta inseguridad.

Mas Domingo, por mucho que admirara a su Capitán Gusanito, no podía evitar tener el deseo de pertenecer al grupo de los más populares de su clase. Cierto que se metían con él, pero esos eran los que realmente triunfaban con las chicas (las guapas de verdad, no la pobre Bego, que no pasaba de simpática). Se sentía, en suma muy confuso.

Con su recién estrenada seguridad en sí mismo, Domingo comenzó a hablar con algunos compañeros en clase, e incluso sus profesores empezaron a tener que reñirle, algo que antes no hacían.

Lejos de disgustarle, aquello le agradaba, porque, cuando caía la bronca, las niñas de clase se giraban y le sonreían con admiración.

O eso le parecía a él.

Entonces llegó aquel jueves de primavera.

Hacía demasiado calor para correr, asi que los mayores del patio de comedor decidieron matar el aburrimiento haciéndole una al maldito cuidador, pero uno gorda de verdad, una sonada.

Aprovechando que estaba distraído con sus "niñitos", comenzarían a saltar por la tapia de colegio. No de golpe, que habría sido muy descarado. Lo harían de un modo discreto, progresivo, de uno a uno. La gracia estaría ver cuánto tardaría el pringado aquel en darse cuenta.

Entonces Peña, el cabecilla de los mayores, se percató de que Domingo se había separado del grupo para ir al baño, y decidió que iba a poner su toque personal, su guinda de maldad a todo aquello.

-Oye, nos vamos a fugar, ¿te vienes?

-¿Cómo a fugar?

-¡A saltar la tapia, coño!

-Pero eso...

-¿Te da miedo?

-Es que...

-¿Vienes o no?

Peña le estaba ofreciendo "ir", entrar en su mundo, ser uno de ellos, del grupo de los elegidos. Su sueño, aunque no le gustara. El Capitán Gusanito se lo había dicho muchas veces: "La verdad que te dices a ti mismo es la más dolorosa".

Lo primero que extrañó al Capitán Gusanito fue lo mucho que tardaba Domingo en volver. Luego, se dio cuenta de que el patio parecía más vacío de lo normal.

Se la habían fugado 34 alumnos en total. Estaban todos fuera del colegio, muertos de risa.

La carcajada final y más gorda, como en las fiestas de pólvora, fue cuando el Capitán Gusanito salió por la puerta, sudando, dando voces de puro miedo, esas que no impresionan a los niños, sino que les hacen más gracia.

Los ojos del Capitán y Domingo apenas se cruzaron una milésima de segundo, lo que el niño tardó en agachar la mirada.

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