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jueves, 3 de marzo de 2011

Siete Vidas Tienen los Muy Perros.

En realidad, cualquier vida no es sino una sucesión, mezcla e imbricación (me encanta esta palabra) de multitud de vidas.

La primera vida que uno tiene es la vida familiar, la cual suele ser (por fortuna) perfectamente feliz en los tres primeros años de vida.

Pero entonces alguien decide que el niño debe dejar de ser tan feliz, y comienza (llorando) su vida escolar, nacimiento natural de la vida social (asesina confesa de la vida familiar en la adolescencia), no tan natural de la vida espiritual y antesala de la vida laboral. En estos tiempos corren, también es aquí donde comienza la vida sexual (lo siento, papás y mamás, pero es mejor que se hagan a la idea). También todos los chavales (y alguna que otra chavala) inician su vida deportiva. Para la vida artística, viceversa.

Entonces, primera bifurcación: algunos se decantan por la vida universitaria (más vida social y mucha más vida sexual), mientras que otros tiran por la vida laboral. Salvo en los casos de mayor pasión, aquí se acaba la vida deportiva (salvo el partidillo ocasional) y la artística.

En cualquier caso, no hay escapatoria, uno siempre termina naciendo a su vida laboral (recuerde que la universidad no es más que una buena excusa para empezar a currelar seis años más tarde).

Vida laboral: a hacer puñetas la vida social.(Y, para colmo, uno suele iniciar la dichosa vida vecinal).

Vida conyugal: a hacer puñetas la vida sexual (Y más vida vecinal). También se inicia ese apasionante camino que es la vida familiar al otro lado del libro de familia, o sea, de papá o mamá.

A todo esto, la vida espiritual se dejó totalmente aparcada al abandonar el colegio de curas. Hay quien la retoma de cuarentón (a menudo, por lo oriental) y quien, sin mayor complicación, pasa ampliamente del tema.

Y así uno sigue viviendo una vida que son múltiples vidas, hasta que un día, de viejecito, te das cuenta de que se te ha pasado la vida, y ni escribiste la novela, ni plantaste el árbol , ni tuviste un hijo (al menos, no como soñabas).

Y vas, y te mueres.

(¡A ver si igualas esto, Kafka!)

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