Una Noche en la Ópera.

¿Homenaje a los Hermanos Marx? No, plagio de título, que no me encuentro yo muy inspirado (y, por desgracia, en el Corte Inglés tienen un montón de aspiradores, pero ni una sola inspiradora, que esta misma tarde he preguntado).

La cuestión es que yo creo que habría que popularizar eso de la ópera. O sea, acercarla al público, ya que el público no se acerca (¿O es que acaso ha escuchado usted alguna vez las palabras: "Voy primero al súper y luego si eso me acercaré a ver Aida").

El primer problema que le veo yo a la ópera es que hay que ponerse muy elegante, y a la juventud lo que le gusta es ir a los conciertos como si vinieran de pernoctar en comisaría. En decir, que se permita entrar con deportivas veteranas, vaqueros rotos, y una camiseta negra que ponga "Verdi que te quiero Verdi".

Sin dejar el tema de la imagen, también me temo que habría que corregir lo del aspecto exterior de los intérpretes y ejecutantes. Tendrá una voz prodigiosa y todo eso, pero, perdón si me pongo crudo, el gran público no va a pagar una pasta para ir a ver a una cincuentona con superávit de kilogramos. Vamos, que aunque tampoco canten tan bien, hay que meter como sea a un par tías buenas en el elenco. 

Luego está lo de que el público no pueda cantar. ¡Eso sí que es grave! La juventud va al concierto a sentirse parte del espectáculo, a acompañar (y a menudo, a tapar) esas admiradas voces que han pagado una pasta por ver. Hay que permitir -e incluso incentivar- que todo el patio de butacas en pie se una al tenor de turno cuando se arranca por Turandot. Y si la gente enciende mecheritos o móviles, mejor que mejor. 

Por último, las óperas suelen resultar de argumentos enrevesados y difíciles de seguir, por estar con frecuencia basadas en clásicos inmortales de la literatura, que, obviamente, murieron hace tiempo para la mayoría de los mortales. ¿Por qué no copian a la comedia musical y escriben óperas más fáciles de seguir? Apuesto a que el traslado de las obras completas de Harry Potter a la ópera arrasaría, aunque ignoro exactamente el qué.

En resumen, que hago una llamada a la solidaridad humana, para que en la ópera no se aburran siempre los mismos.