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miércoles, 27 de octubre de 2010

Una Entre Un Millón para "Rouge" Perdeux (13).

-Señor Perdeux, permítame que me presente. Mi nombre es Bruce Granger. Si no le importa, me gustaría acercarle al hipódromo en mi coche.

"Rouge" no sabía cómo reaccionar. La falta de costumbre, una vez más.

-Muchas gracias, pero prefiero conducir el mío.

-Entiendo su desconfianza, pero no tiene nada que temer. Créame que no hay nadie más interesado en que usted llegue sano y salvo para ganar la carrera.

-¿Ha metido mucha pasta en "One in a Million"?

-No, he metido mi puesto de trabajo.

-¿Cómo dice?

-Pase y se lo explico.

¿Por qué no? Y al fin y al cabo aquel cochazo era mucho más cómodo que su ranchera.

-En fin, señor Perdeux, al grano. Como ya le he dicho, tengo sumo interés en que usted gane esa carrera, tanto que, de la alegría, puede que me diera por regalarle este maletín.

-¿Qué es esto, una broma de tele o algo así?

-No, esto son 100.000 dólares americanos.

-Pero...¿Quién es usted, amigo?

-Pues eso, un amigo.

-Pero...

-No se equivoque, lo que estaría muy feo es pagarle por perder pero por ganar...¡Si es su obligación!

-¡No entiendo nada, paren este coche de inmediato!

-¿Va a ir andando hasta el hipódromo?

-¡Sólo dígame quién es usted!

-Ya se lo he dicho, un amigo.

-Es...es por lo del presidente...

-¡Chico listo el jinete!

-¡Pero esa victoria no vale tanto!

-Eso lo decido yo, que pongo la pasta.

-¡Se han vuelto todos locos! ¿Realmente piensan que la gente va a cambiar su voto sólo porque han montado un circo de película sensiblera de tercera?

-Sí.

-¡Imposible!

-No, todo es posible: esto es América, amigo, y tenemos a un puñado de personas que salen por la tele y hablan por la radio de nuestro lado.

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