-Vale, ahora yo te doy las instrucciones y luego tú, para variar, sal y haz lo que te salga de los huevos.
El chistecito de Jock era parte del ritual precarrera entre preparador y jockey, pero hoy "Rouge" no había contestado con la sonrisa picara de costumbre.
-Llévalo pegado a los palos, tranquilito, me da igual que vayas último, pero no hagas un metro de más, que se cansen los otros...Luego, al entrar en la curva, ataca, por dentro si es posible. Creo que el caballo puede con el resto del lote...
-¿Algo más?
-¡Que ganes!
-Ya..¿Cuánto a ti?
-10.
"Rouge" asintió satisfecho. Al menos esa pandilla de golfos sabían apreciar que era el jockey el que se jugaba la vida.
Normalmente, la presentación individual de los participantes se reserva para las grandes ocasiones, y ésa, hasta hacía unos días, no lo era ni de lejos. Pero las cosas cambian. Ya por fin montado en "One in a Million", "Rouge" esperaba pacientemente su turno muerto de impaciencia. Decidió no girar la mirada hacia las gradas, aunque era inútil: el murmullo resultaba absolutamente ensordecedor, era ese cuchicheo amplificado que hace la máquina de fabricar expectación cuando está en marcha.
Entonces, el locutor empezó a nombrar a los caballos. Eran recibidos con tibios aplausos de cortesía, sin el más mínimo entusiasmo. Incluso había muchos que abucheaban.
"¡Con el número 6, "One in a Million!"
Un chillido de júbilo explotó como si acabaran de decapitar al más cruel de los tiranos ante todo su oprimido pueblo. El caballo comenzó a galopar en dirección a los cajones de salida, deslizándose por un océano borrascoso de vítores, aplausos y flashes, los de los miles de inmigrantes desplazados al hipódromo para apoyar a aquel improvisado paladín de su causa y de su sueño. Todos eran el matrimonio Valera.
Así que eso era lo que sentía, lo que experimentaban los jinetes en las carreras de verdad. Era bonito - sin duda- muy bonito. "Rouge" cerró los ojos e intentó grabarse en el corazón ese instante, porque sabía que no se iba a repetir. Deseaba que aquello no acabara nunca.
Pero se acabó.Allá estaba, en lo cajones de salida. A punto de iniciar la carrera de su vida. En ese momento se percató de que su caballo estaba sereno, pero él estaba a punto de desbocarse.
"En fin, 'Rouge' toma las riendas con firmeza, tú que tan buen jinete dices que eres".
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