El garaje de Diosdado es de "vado permanente", con su "aviso grúa" y todo.
Corticera y Diosdado perdieron su antigua amistad por un lance de juego (vamos, que se picaron a voces jugando al dominó).
Esa misma tarde, Corticera, cegado por la chulería y sediento de humillar a su flamante enemigo, le plantó el turismo delante del vado y le escribió debajo del cartelito de "aviso grúa": "¡No hay cojones, Diosdado!"
Al día siguiente, debajo de lo anterior ponía: "¡No me busques, Corticera, que me encuentras!"
Debajo de lo cual apareció: "¡Pero qué grúa, animal, si no hay en el pueblo!".
"¡Pues la traigo de la capital!"
"¡Vamos a verla, desgraciado!"
Para evitar males mayores, al rato el Cabo Requejo se personó en el domicilio de Corticera y, a punta de pistola, le obligó a retirar su vehículo del vado.
"¡Sí, sí, pero la grúa no la veo por ninguna parte!", le oyeron gritar mientras metía la marcha atrás.
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