-¡Tres para septiembre y se va cinco día de cachondeo con sus amigotes!
-Déjale, tiene que descansar.
-¿Descansar qué cansancio? ¡Será el del año de juergas que lleva!...¿Y dónde dices que van a dormir?
-En tiendas de campaña.
-¡Qué idea tan buena!
-Con veinte años, todo parece una buena idea.
-Ya, pernoctando al raso, comiendo lo que puedan, y con la higiene básica complicada. ¡Mira, iba a mandarle a la mierda, pero ya veo que se ha ido el solito!
-¡Está en la edad!
-Sí, pero cuando yo tenía su edad, nunca hacía cosas ni a deshoras ni en deslugares.
-No me tires de la lengua, Álvaro.
-¡Aquello era diferente!
-No, ese es nuestro gran error. Creer que somos diferentes. Somos todos iguales, y siempre lo seremos. Al igual que los países que olvidan su historia cumplen condena de repetirla, las familias también olvidan su pasado y lo acaban repitiendo. Así que haz como yo, aférrate al rollo ese de que "tiene que equivocarse y así aprender".
-Por tanto, tengo que quedarme de brazos cruzados mientras mi hijo comete los mismo errores que yo cometí.
-Sí no quieres acabar en un psiquiátrico, sí.
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