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lunes, 2 de agosto de 2010

Confesiones del Ministro de Deportes de la R.P.P.

Ser Ministro de Deportes de un país minúsculo como la República Popular de Poliespán no es sencillo.

De entrada, tenemos poco territorio y menor población, por lo que sacar deportistas de calidad (o de cualquier tipo) no es sencillo. Es por eso que no hemos tenido muchos éxitos en el panorama deportivo internacional (ninguno, de hecho) . En cambio, en los campeonatos nacionales gran parte de la medallas son para nuestros atletas.

De todas las disciplinas de atletismo, es la Maratón la que nos da mayores problemas, a saber:

1-Encontrar un ciudadano que tengo los arrestos de hacerse corriendo 42 kilómetros de un tirón.

2-Que el país es tan minúsculo que no hay manera de correr más de 30 kilómetros sin meterse en el del vecino.

Hace años tuvimos a un chaval -Dragan García-, que no era mal fondista. El problema era que tenía un pésimo sentido de la orientación, por lo que en una carrera de 20 kilómetros, por aquello de que se perdía, acababa recorriendo más del doble. Total, que hizo lo mejor que podía hacer y se retiró del atletismo. Como él decía: "Para mí, lo importante no es ganar, sino encontrar la dichosa meta".

Su hermano -Mihail García- tampoco se aclaraba mucho con lo del recorrido de las carreras. Este tenía más delito, porque era velocista. El inventor de los 100 metros lisos de 190 metros.

Hubo un tercer hermano García, que era boxeador. Fue, de los tres, posiblemente el que más corrió durante su carrera deportiva.

En fútbol, en cambio, hemos hecho grandes progresos y puedo afirmar, con gran satisfacción, que la gran mayoría de nuestros árbitros, y un número importante de jugadores, entiende lo del fuera de juego.

Soñamos, en suma, con lograr algún día un gran triunfo internacional, y que nuestros deportistas hagan un desfile triunfal por las calles de la capital. Pero el nuestro será en condiciones: no sólo con los muchachos saludando entre vítores desde el techo de un autobús, sino que los jugadores del equipo perdedor de la final irán detrás, cargados de cadenas y listos para ser vendidos como esclavos.

(En fin, que de ilusión también se vive).

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