Si usted me viera por la calle, se daría cuenta de que soy más bien poco dado a los símbolos externos.
Le pongo un ejemplo: llevo más de 20 años yendo al fútbol, y creo que jamás lo he hecho exhibiendo una bufanda, camiseta o cualquier otro distintivo visible de mis colores. Contrasto en esto con algunos que lucen gorro, camiseta, bufanda e incluso chándal (lo cual me parece muy respetable, que conste).
Multitud de partidos de riguroso incógnito forofo: grandes noches, inmensas decepciones, soberanos pestiños, y siempre "vestido de civil".
Es esa fidelidad, a las madurísimas de la Quinta del Buitre o de Raúles y Zidanes, y a las duras de las noches del bostezo y el cataclismo, la que me legitima para presumir de que soy del Real Madrid. Y no creo que vaya a serlo más por comprarme (los símbolos se compran, no lo olvide) una camiseta o una bufanda.
Habrá quien diga que doy la impresión de avergonzarme de mis colores, pero creo que mis actos (que siempre son los que cuentan, y no las apariencias) demuestran todo lo contrario.
Esa es mi manera de querer a mi Equipo (y a mí País). Ni mejor ni peor que otras.
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