Me refiero a las "visitas teatralizadas", esas que, cuando estás tan tranquilo degustando lo pintoresco, viene un actor y te intranquiliza.
Comprendo que el guía de toda la vida ("y ahora si me acompañan", "a su derecha pueden contemplar") resulta sosito en estos tiempos que corren.
Defiendo que los actores en paro se busquen la judías que les niegan unos productores de tele y cine más preocupados de las tetas que de las carretas del talento.
Pero también sospecho hay que condimentar fuerte porque la carne no sabe a nada (¿quién me niega que muchas de estas visitas consisten en dar un paseo por calles sin mayor interés que la función itinerante?)
Sea con sea, a mí me pone muy violento lo de que me quieran sumergir en las obras completas de Lope de Vega con calzador. Yo quiero pasear relajado y feliz, sin el miedo a que detrás de cada esquina me pueda tender una emboscada un actor disfrazado de valido de los Austrias, para cubrirme de bromas.
¡Pues no te apuntes a este tipos de visitas, hombre!
¡Pues no lo hago, mujer!
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