Gabriel Johnson Mongat nació en Barcelona y se siente muy barcelonés y muy de su barrio de L'Eixample, aunque ese apellido suyo tan raro le hace recordar que todos somos de todas partes y abominar del patriotismo descerebrado.
Quizás fue por eso de tener un apellido raro que le dio por aprender a hablar en él. Y así se gana ahora la vida.
Gabriel es del Barca, como toda su familia. De chico, escuchaba los partidos por la radio, pero desde que entró en la adolescencia, va con su padre al Camp Nou. Allí ha reído, crecido y, con disimulo, llorado de rabia. Sin embargo, no es nada de camisetas al campo, ni tan siquiera de bufandas. Él opina que los colores se llevan en el corazón y que la pasión empieza cuando se aparca el coche junto al estadio y termina cuando se dan las "bona nit" al llegar a casa.
Desde el año pasado, Gabriel "no pierde para alegrías", como él dice. También dice que se lo merece, después de años de no ganar para disgustos.
Dicen algunos cafres que yo -tan madrileño y tan del Madrid- tengo por deber odiar a Gabriel (iba a poner "piensan", pero "pensar" y "odiar" son incompatibles de necesidad), pero a mí no me da la gana.
Gabri me cae -o caería, si existiera- de lo más simpático (y, sospecho, yo a él también).
No hay comentarios:
Publicar un comentario