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jueves, 25 de marzo de 2010

Oradores de la Hora (Esas Sentidas Palabras que Tanto Sientes Tragarte).

Hay personas a las que es más peligroso darles un micrófono que una pistola. Son los que yo denomino "Oradores de la Hora". Esos que se traen el discursito preparado de casa y te lo descerrajan a sangre fría y sin anestesia.

Intervenciones largas, pronunciadas con autocomplacencia y pausa, como todo un ejercicio de onanismo-hedonismo oratorio. Intervenciones que se hacen monótonas e insufribles para el pobre público, quién, inerme ante tanto plomo, se limita a cruzarse de brazos, mirar a las manecillas de reojo y combatir cuerpo a cuerpo contra la cabezada.

Es por todo esto que soy tan firme partidario de la intervención corta y sencilla, con toda la complejidad que esto implica. Meter todo lo que quieres contar en un par de minutos, teniendo siempre presente que, hables mucho o poco rato, tu auditorio apenas se quedará con una o dos ideas. Elígelas bien, y transmítelas con claridad y brillantez.

Y, entonces, te habrás convertido en un gran orador.

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