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miércoles, 17 de marzo de 2010

Obra a las Manos (Cuando los Gestos se nos Van de las Manos).

¿Qué hacer con las manos cuando no se está haciendo nada con ellas?

He ahí la duda de muchas personas privadas y la pesadilla de muchas personas públicas.

Lo más cómodo en metérselas en los bolsillos, o refugiarlas en un cruce de brazos. Esta solución es correcta para los particulares, pero, sin duda, no cuela si uno es televisivo, teatral o cinematográfico.

En el caso de los músicos, la solución más socorrida y sencilla es plantarle una guitarra al muchacho y que haga que toca. ¡Hala, ya tenemos las manitas ocupadas!

Peor es el caso de los actores. Se supone que no sólo deberían saber qué hacer con las manos, sino emplearlas como un elemento más de su actuación. Y así es, si son actores. Una cosa muy distinta son ciertos fichajes que andan suelto por las pantallas y los escenarios...En fin, supongo que cuando se consiga que se les entienda al hablar nos podremos preocupar de enseñarles a gesticular.

La situación más divertida, sin duda, es la de los seres televisivos, desde el periodista más masterizado del mundo hasta ese chavalote que hasta hace dos días repetía 2º de Bachillerato y que se ve, de la noche a la madrugada, de comentarista del corazón.

Estos si que las pasan canutas con las manitas: doblan folios, juguetean con bolis, manosean almohadones, se atusan la melena gominácea...Todo con tal de no tener las manos quietas.

¿Y lo políticos?

¡Esos merecen capítulo aparte! (pese a que yo no se lo voy a dar).

Baste decir que la primera labor de todo buen asesor de imagen es desarrollar un gesto de manos para su candidato, gesto que repetirá compulsivamente en todas sus intervenciones y que hará las delicias de imitadores de todas la divisiones de la liga del humor.

El "Pulgar de Clinton", todo un ejemplo de lo anteriormente expuesto.

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