El título de la entrada de hoy es bueno. Una frase pegadiza, lapidaria y contundente que se me ha colado por una oreja de la imaginación y lleva todo el día revoloteando por mi mente.
¡Lástima que sea casi imposible que la entrada este a la altura! Aún así, sería una lástima no usar el título.
En fin, vamos a intentarlo. La idea es que las noticias fluyen y, por muy caudalosas que sean, acaban por olvidare, por ser carne de archivo.
¡La de futbolistas, asesinos, escándalos y bodas que coparon nuestras páginas y nuestras vidas, y se esfumaron como vinieron!
La fama y la gloria suelen estar hechas de cartón-piedra, por muy sólidas que parezcan a primera vista.
Y esto era lo que quería contar.
Ya le anticipé que esto de hoy no iba a ser gran cosa. Y el que avisa no es traidor (salvo que avise de otra cosa, o que avise después de traicionar con lo que, técnicamente, no avisó).
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