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lunes, 7 de diciembre de 2009

La Clase Turista del Arca de Noé: El Dodo.

A éste no le busque en los campos, las selvas, los desiertos o el zoo de su ciudad. Porque resulta que a este bicho lo tiraron por la borda del Arca de Noé, o, en otras palabras, que este animal ya está extinto. El Dodo, que así se llamaba el pajarito, fue todo un pionero en eso tan de moda de desaparecer para siempre. En efecto, para el 1700 ya no quedaba ni uno.

Natural de las Islas Mauricio (en la actualidad, reserva natural de pijos vacacionando), tuvo su primer contacto con el ser humano al llegar los exploradores europeos allá por el 1570. Con éstos llegaron perros, gatos, cerdos...y la necesidad de talar bosques. Demasiado para el pobre Dodo, inerme ante tanto enemigo inesperado. (Que la criaturiña, por no poder, ni volar podía).

Lo dicho, que en poco más de 100 añitos, los Dodos fueron a la lona.

A causa de tan fulminante "genocidio aviario", ni una misera foto tenemos del Dodo, por lo que hay que fiarse de las descripciones o los dibujos de época para saber cómo era.

Un metro de altura, 25 kilos de peso, alas pequeñas (de ahí la incapacidad de volar ya mencionada), patas gordas y un pico un tanto grotesco pero que le permitía abrir cocos. En conjunto: un ave que más parecía un delirio de Walt Disney que una criatura de la Naturaleza.

¿Y el nombre? Dicen que se lo pusieron los portugueses, dado que no huía y era muy fácil cazarlo, y "doudo" significa "tonto" en portugués.

Pues sí, la verdad es cualquiera que se fía del ser humano se gana a pulso el apelativo.

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