Un músico desengañado sentado en un puente con los pies colgando, pensándose aquello de tirarse o no al río. Y en esto que llega un municipal y le hace un saludo de lo más marcial.
-Buenos días
-Por decir algo.
-Debo suponer por sus palabras y su emplazamiento que está usted a punto de cometer un disparate.
-Supone usted muy bien.
-Es que la policía, aunque sea municipal y esté en prácticas, no es tonta.
-Si viene a convencerme de que no lo haga, es inútil. La decisión está tomada.
-Bueno, pero dígame al menos qué le ha pasado, que ya bastante es dejar este mundo como para también dejarme con la intriga.
-Tienes usted mucha razón. Le diré, en esencia, cual es la raíz de tanta desgracia: Mal de amores. Sí, la Sol pasa de mí. Y, siendo como soy músico, es más de lo que pueda soportar.
-Comprendo. Pero, ¿ha probado usted a enfocar el tema desde otro punto de vista?
-¿A qué se refiere?
-Pues que, según yo lo veo, no es que "sí, la sol pasa de mí", sino que "en efecto, una señorita llamada Soledad pasa de usted".
-¡Cierto!
-Y, me lo tiene que admitir, desde esa perspectiva, la cosa ya no resulta tan grave para un músico como usted.
-¡Por supuesto, claro que sí!
-Entonces, ¿ya no se tira?
-Pues, ahora no sé que hacer. Porque, si no me tiro, habré hecho el camino hasta aquí en balde.
-¡Pero eso no tiene nada de malo! De hecho, viajar en balde es buenísimo para salud.
-¿De veras?
-Claro, hombre. ¿No ha oído usted nunca eso de que los años no pasan en balde?
-Alguna que otra vez.
-Bueno, ¿se tira o no? ¡Que estoy muy ocupado y de prácticas!
-Pues mire. El agua parece muy fría, mejor me voy a tomar un café, que está más calentito.
-De acuerdo. Pues nada, yo me retiro. Mucho gusto.
-El gusto es mío.
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