"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".
Él, como todos los que trepan hasta lo más alto del Árbol Democrático, tenía una sensibilidad especial para ser totalmente insensible. Eso sí, siempre con una sonrisa de sepulcro blanqueado en la boca.
Fue con ese mismo desfile de dientes que aquel hombre tan poderoso recibió en la entrada de su palacio a un humilde líder africano. Éste era viejo y arrugadito, siempre ataviado con exóticas ropas tradicionales, y caminaba ayudándose de un bastón.
La visita había sido diseñada al milímetro por los asesores surtidos: fotos variadas, buenas palabras, compromisos vacíos y una limosna humanitaria para que el abuelo se fuera contento.
Llegado el momento de la entrevista, y en presencias de las cámaras de rigor, el humilde líder africano sacó de su bolso un tablero a cuadros y una cajita que sonaba a llena.
-Me han dicho que es usted un apasionado del ajedrez, señor Presidente. Me gustaría ofrecerle como obsequio de buena voluntad este juego. Es artesanía de mi tierra.
El poderoso Presidente se apresuró a tomar el regalo, mientras desplegaba todo su encanto mediático ante los flashes.
-¿Le apetece que lo estrenemos? Yo también soy aficionado.
El Presidente dudo un instante. El tablero y las piezas habían sido, claramente, adquiridos en cualquier tienda barata de recuerdos de la ciudad y él apenas recordaba las reglas del ajedrez, pues hacía como veinte años que no jugaba. Aquel viejo tramaba algo.
-¡Vamos, señor! Sólo un par de movimientos para que los muchachos de la prensa tengan una foto curiosa para sus portadas. Luego, podemos proseguir con la entrevista.
No habían empezado la partida y aquel tipo ya le tenía en jaque. Pero no le quedaba alternativa.
-Por supuesto, ¿por qué no?
-Estupendo. Yo blancas y usted negras. Así resulta más divertido, ¿verdad?- dijo el anciano líder al tiempo que volcaba el contenido de la caja.
Sobre la mesa cayeron las 16 piezas blancas reglamentarias, pero sólo el rey y un peón del otro color. El poderoso Presidente vio la oportunidad y se lanzó sobre ella.
-¡Querido amigo, aquí faltan fichas! Así no se puede comenzar, pues la pelea no sería ni justa ni limpia.
-Estoy muy de acuerdo. Pues el mismo panorama tienen los niños que nacen en mi país en comparación con los del suyo. Y este es el problema que me propongo solucionar con su ayuda, ahora que me parece que usted lo ha comprendido.
El poderoso Presidente río a carcajadas y aplausos la ocurrencia de su interlocutor y le dio un abrazo tan fuerte que a punto estuvo de desencuadernar al frágil anciano.
-¡Tenga por seguro que entre usted y yo lograremos que la infancia de su nación empiece la partida con todas sus fichas!
El anciano líder murió tres meses después en el transcurso de un sangriento golpe de estado. El poderoso Presidente lamentó el fallecimiento del que calificó como "querido amigo y fiel aliado". Lo de "¡ese viejo tercermundista de mierda se ha pasado de listo y me ha dejado en ridículo en mi propia casa! ¡Encargaos de él!" se lo guardó para sí.
1 comentario:
dani es muy buena entrada ademas hablas de la dignidad humana tal y como es me ha encantado mucho esta entrada por cierto tiene algo que ver con el Iusnaturalismo de jhon loft (creo que se escribe asi).
saludos sardinero
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