Buscar en Mundo Jackson

sábado, 16 de febrero de 2008

No paro de estar parado.

Realmente, no puedo decir que mi primer trabajo no tuviera que ver con la carrera que estudié (psicología) pues fui camerero de barra y cubata durante unos meses. Me quedé en la calle cuando le cerraron el bar al dueño por vender alcohol a menores. La policía había empezado a sospechar un día que escucharon a un coro de voces borrachas entonar canciones de Walt Disney en plena Calle Mayor.

Luego me coloqué de señor de la limpieza en el campo del Bercinuño F.C. Duré poco, me echaron cuando entré a un vestuario de improviso y pillé a un árbitro de regional y sus dos asistentes redefiniendo el concepto de trío arbitral.

Entonces me contrató una señora de esas con mucho apellidos que se casan con un señor con incluso más apellidos. Vamos, que su hijo no tenía un nombre, tenía la alineación titular de un equipo de balonmano (Alvaro Juan Martínez-Pedralda de Ruesca García-Peró y Suissy). En teoría, mi labor era pasear a su perrito Windsor todas las mañanas, y la verdad es que le cogí cariño al animal, hasta el punto que admito que manteníamos una auténtica relación de amistad: él se dejaba amarrar por el cuello y yo me agachaba a recoger sus caquitas. Pero no pasó mucho tiempo antes de que la señora demandara otros servicios por mi parte. Lo que hace el aburrimiento de pija enlacada. Estuvimos liados hasta que un día el marido se presentó sin avisar y me pilló escondido en el armario. Me despidió de inmediato y yo me marché de aquella casa con tres tristezas: La primera, que me quedaba sin trabajo; la segunda, que no iba a ver más a mi querido Windsor y la tercera, y mayor, que me había dado cuenta de que el armario de aquella señora era más grande que mi piso.

Finalmente, y como en un fatal destino que había conseguido hasta entonces eludir, me enfundé el disfraz de mamarracho y pasé a trabajar en una hamburguesería. Me fue bien hasta que mi antiguo jefe del bar tomó la gerencia. Su primera medida fue cambiar el nombre y el estilo del animador del negocio. "Payasete Feliz" dio paso a "Colega Pasadísimo", y nuestro famoso menú "Tarde Guay" de hamburguesa, patatas, refresco y juguetito de plástico se sustituyó por cartón de vino peleón, refresco de dos litros, bolsa de hielo y vaso de plástico.

Y, ahora les tengo que dejar, que en este furgón donde nos lleva la policía detenidos no hay quien escriba con tanto bache.

"Colega Pasadísmo" con una cliente. Sirva esta entrada de hoy como mi simpático homenaje a todos esos malparidos hijos de la grandíma que le dan alcohol a menores.

No hay comentarios: