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viernes, 29 de febrero de 2008

Amor de teleserie.

Resulta curioso lo parecida que es una historia de amor a una teleserie. Me explico. Cuando conocemos a alguien, en realidad, lo que hacemos es ver su vídeo promocional de 30 segundos. En la mayoría de los casos pensamos que ese programa no nos gusta y ni nos molestamos en enterarnos de cuándo lo echan. Otras veces, en cambio, tenemos la sensación de que igual esa nueva serie puede estar divertida y nos interesamos por verla (Léase: "¿Tomamos un café después?")

Lamentablemente, el primer capítulo (o menos) de la serie suele ser bastante decepcionante y decidimos cambiar de canal ("Me lo he pasado muy bien, ya te llamaré"). Aunque, a veces, optamos por darle una segundo o tercera oportunidad, pese a que lo normal es que finalmente se confirme que aquello es un rollo (en el más amplio sentido de la palabra) y lo mejor es cancelar la serie.

Pero, por fortuna, siempre estará esa minoría de teleseries que consiguen apasionarnos y nos tienen enganchaditos durante 100, 200, 300 capítulos o incluso más. La pena es que llega ese momento, tanto en los amores como en las teleseries, en que la cosa ya no da más de sí, por muchas vueltas que uno le dé al guion, y lo más sensato es poner punto y final mientras aún nos quede un buen sabor de boca, (y, quizás, la posibilidad futura de una o varias reposiciones al más puro estilo "Verano Azul").

Muchos parejas se conocen haciendo zapping por la vida, de puritita casualidad.

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