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jueves, 31 de enero de 2008

Imparcial, pero sólo parcialmente.

No sé usted, pero yo me siento totalmente incapaz de ser imparcial en nada, y mire que lo intento. No puedo ver un concurso de la tele sin preferir a uno de los participantes, ni consigo ver cinco minutos de un partido de fútbol entre dos equipos de los que jamás he oído hablar, uno de esos partidos que uno caza al zapping cuando se aburre, sin ir con uno de ellos. Por no hablar de la política, es leer de pasada en el diario que hay elecciones en un país remoto cerrado y ya estoy yo teniendo un candidato predilecto...¿a ustedes no les pasa todo esto?

Me doy cuenta de lo peligrosas que son estas afirmaciones, siendo uno como es un supuesto profesional de la imparcialidad (profe, ya se sabe), pero no le veo sentido a disimular. Hay alumnos que me caen mejor que otros, pero lucho con uñas y bolis rojos por dar a cada cual lo que se merece. No obstante, no ignoro que ese canalla que tengo por subconsciente sube y baja las decimillas de mi fiebre correctora.

En cualquier caso, creo de corazón que jamás he sido parcial en mi imparcialidad por encima de los límites que son tolerables por mi condición de ser humano.

Resumiendo, que uno evalúa lo mejor que sabe y puede, pero todos somos de carne y hueso (en diferentes proporciones).

¡Qué complicado es no dejarse influir por toda una serie de "factores externos"!

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