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lunes, 19 de noviembre de 2012

¡Bravo, Don Álvaro! (6)

Azarías Romera estaba emocionado, no tanto porque el estreno de la obra fuera al día siguiente, sino porque, como parte de la campaña de promoción, le iban a entrevistar en el programa de Vicente Gargela. En principio, la idea era que estuvieran sólo Alvaro Aspidilla y "Geni" Hubiol, pero a Romera se le había encaprichado salir con su admiradísimo Gargela, y aquí el que paga pone las normas. Por esa misma razón, también Sarita era de la partida. Resumiendo, que casi no cabían en la mesa.

Los iban a tratar bien, muy bien. Venían respaldados por Presidencia, y eso era una tarjeta de visita inmejorable con Gargela.

En realidad, el responsable de la sección cultural era el escritor e intelectual Juan Ricardo Prelaña, en una de las múltiples colaboraciones con las que compensaba las pocas ventas de sus obras, pero Gargela siempre estaba y siempre metía baza en su programa. Como un Gran Hermano de las Ondas que cree que entiende de todo pero realmente no sabe de nada.

-Don Azarías Romera, empezamos por usted, que es el que pone las perras. ¿Como a un empresario de éxito, serio, de los que faltan y no sobran en este país, de los que abren en persona la fábrica a las cinco de la mañana y la cierran agotados a las diez de la noche, le da por aventurarse en las túrbias aguas de la producción teatral?

-A mi siempre me ha gustado el mundo del arte, don Vicente, y cuando me ofrecieron la posibilidad de pasar a engrosar las filas del "Club Médini-Europa", no me pude resistir.

Azarías Romera había cantando la respuesta pactada -y memorizada- a la perfección, como el niño más aplicado de la clase.

-Muy bien, don Azarías, y se zambulle usted en el mundo del teatro de la mano de un hombre que...que bueno, estuvo un poco bastante tonto de joven, que le pasa a todo el mundo, pero que ahora por fin se ha dejado de majaderías experimentales pretenciosas teñidas -quizás desteñidas- de rojo, y se dedica a demostrar que tiene verdadero talento como actor. ¡Bien, hombre, bien, ya era hora! Alvaro Aspidilla. Ya sabe usted que tuvimos algún que otro roce en el pasado, pero eso es ya...pues eso, pasado.

(Quizás frases como: "titiritero insoportable, actorucho chillón y descerebrado, y traidor a su país", por el lado de Gargela, y "enamo deforme y gangoso", por parte de Aspidilla, se pudieran considerar algo más que un "roce").

-Así es, buenas tardes, Vicente.

-Háblemos del autor de la obra, de esta brillántisima y emergente figura de la dramaturgia patria, Eugenio Hubiol

-"Geni" es un verdadero genio, y creo que el texto que vamos a presentar es lo mejor que se ha visto sobre la escena de este país en mucho tiempo.

-¡Muy bonito nos lo pinta, habrá que pasarse a ver la obra! ¿Tú que piensas de este nuevo autor, Prelaña?

-Sin duda, el cuasi neófito en la Hermandad de las Letras Escénicas Hubiol, pese a lo escaso de su producción dramática, ya destaca con luz propia en el por demás acartonado y anodino panorama del teatro español, aprisionado entre la tentación facilona y rentable del vodevil prefabricado y las ínfulas huecas de piezas que, por su propia naturaleza de experimentales, acaban explotando en las mismas narices de la compañía de que las representa y los espectadores que las sufren. 

(-¿Y a mí cuándo me preguntan, Aza?)

(-Psst, calla, Sarita, que estos micrófonos son muy buneos y se oye todo. Ya te preguntarán en su momento y, recuerda, dices lo que has ensayado, y despacito para que se te entienda bien).

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