Se puede saber mucho sobre una persona viéndola corregir exámenes.
Trestuestes los liquida rápidamente, como la perfecta máquina de poner notas en que los años de experiencia le han convertido.
"Llamadme Gus", en cambio, se para con cierta frecuencia: mira al infinito, mira al examen por delante, lo revisa por detrás, resopla y vuelve a clavar los ojos en paralelas que se cortan.
-¿Se le puede sacar por lo menos un cuatro?
Trestuestes al rescate del novato, para variar.
-No.
-Pues entonces, al pozo.
-Pero es que...El chaval se ha esforzado.
-Al final.
-Bueno, sí.
-Pues que hubiera empezado antes.
-Pero...
-Estamos aquí para enseñar, y que hay que hacer las cosas con tiempo es una lección muy importante. No le haces ningún favor aprobándole, macho.
-Ya...Es que, sabes, yo soy un trozo de pan...y me cuesta suspender a la gente...
-Tú no suspendes, suspenden ellos. Tú te limitas a certificar el suspenso.
-Claro, pero, que eso, ¡que tengo un corazón de pan!
-Sí, todos lo tenemos en esta profesión al empezar, pero, precisamente por ser de pan, se te va poniendo duro poco a poco y acaba como una piedra.
"Llamadme Gus" puso carita de mitad pena y mitad sorpresa. Trestuestes se limitó a sonreír y retomar la corrección.
-¡No me pongas esa cara, hombre, que no duele! Bueno, no demasiado...
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