Delacroix tiene un apellido raro y dos piernas derechas izquierdas. Pero, incluso así, le gusta mucho el fútbol y se ha apuntado al equipo. No juega mucho, y lo poco que juega es cuando no mola jugar, pero, de todos modos, él se lo pasa bien. El caso es lucir una camiseta con número.
Deslumbrados por la floreciente grandeza de Rosales, nadie se preocupa de Delacroix. Hasta su conciencia le recuerda al Hermano Valerio que algún día le debería dedicar un par de minutos al pobre chaval.
-¡"Delacruá"!, ¿cómo vamos? ¡Buen partido el de ayer!
-¡Sí, jugue lo menos cincos minutos!
-¡Y menudo tiro!
-¡Casi gol!
Delacroix cuenta sus disparos casi como dianas.
-¿Y los estudios?
-Esos van bien.
De hecho, irían mucho peor si no fuera por la motivación que le da estar en el equipo.
-¡Estupendo, "Delacruá", sigues entrenando duro, que estás mejorando un montón! ¡El día menos pensado vas a meter un gol!
-¡Seguro!
La carrera deportiva de Javier Delacroix Bielga duró 5 cursos escolares.
Marcó 2 tantos en partido oficial, y 6 en amistosos.
Hoy, casi 30 años después, los recuerda perfectamente. Y los recuerda con bastante frecuencia.
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