El otro día cogí un taxi para ir desde el Paseo de la Castellana al lejano planeta Tatooine. Habría cogido el metro, pero como hay que ir a Cabo Cañaveral (Florida) y luego hacer transbordo en el transbordador espacial, me dio pereza.
-Buenos días, caballero.
-Buenos días. Al lejano planeta de Tatooine, por favor.
-¿Le llevo por los bulevares o tiro por Endor?
-No sé...Por donde usted vea...
-Hombre, los bulevares a esta hora igual no están mal, pero por Endor puedo saltar al hiperespacio.
-Pues por Endor entonces.
-Muy bien...¿Qué?, a correrse una juerga, ¿no?
-¿Perdón?
-A Tatooine, a estas horas, la única razón para ir es darse un homenaje.
-No, voy a una urgencia.
-¿Es usted médico, entonces?
-Sí.
-Mi chaval también quería yo que hiciera medicina, pero él se metió a Jedi. ¡Y mira que le insistí yo que eso era una moda, que no tenía futuro! Pero nada, ni caso. Y ahí le tengo, en casa...Mueve objetos con la mente que es un primor y domina la voluntad de seres inferiores, pero en el paro.
-Es que de lo de su hijo hay mucha competencia.
-¡Y que lo diga! Si es que cuando los de la Alianza Rebelde derrotaron al Imperio entró la moda y todo el mundo se hizo Jedi.
-Cierto.
-Pues, mire, en confianza, yo creo que con Darth Vader estábamos mejor...¡Más de diez mil tíos tenía currando en las obras de la nueva Estrella de la Muerte! ¡Y llegan los mamones de los Rebeldes y se la cargan, y, hala, toda esa gente de la construcción, a la puta calle!
-Eso es verdad.
-¡Y que había seguridad, joder! El universo estaba plagado de seres misteriosos y nauseabundos, pero de fíar. Vaya, que se podía salir por la noche. ¡Ahora vas por la galaxia y no hay más que drogadictos, putas y ewoks!
-Sí.
-Mire, aquí llevo su foto, en el salpicadero, con la de mi señora, mis niños y mis robots. ¡Viva Darth Vader, coño!
-¡Viva!
-¿Dónde, vas imbécil? ¿Dónde te han dado el carné?...¡Mire,
claro, wookiee tenía que ser! ¡Si es que no tienen ni idea de conducir!
-¡Y que lo diga, usted!
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