Relativamente pocos "bolingbrokers" cometen delitos y la gran mayoría son comunes, por lo que son juzgados por los tribunales ordinarios de sus "países geográficos". Si son enviados a la cárcel, pierden automáticamente la nacionalidad. Bolingbroke no quiere delincuentes entre sus filas.
No obstante, si el delito es contra Bolingbroke, principalmente traición por venderle información a otra empresa rival o algún periodista fisgón, el asunto es competencia del Ministerio de Justicia de Bolingbroke. El ciudadano tiene un juicio justo, y, si efectivamente es culpable, se le factura al Centro de Redención bajo Custodia Bolingbroke, alias "La Nevera".
"La Nevera" es una cárcel edificada sobre gran pedazo de Polo. El terreno, obviamente, fue muy barato y tiene la gran ventaja de que, aunque alguien consiguiera fugarse de sus muros, se encontraría en mitad de ninguna parte con kilómetros y kilómetros de hielo en todas las direcciones. Obviamente, las condiciones de vida en "La Nevera" son durísimas, no es ningún secreto. Se llama "disuasión". Los policías que custodia a los internos también se enfrentan a las mismas penurias, pero es un destino voluntario de sólo seis meses y supone un ascenso seguro, por lo que no faltan candidatos. Hacerlo así resulta más barato que construir y mantener viviendas cómodas con potente calefacción para los guardias. Estilo Bolingbroke.
Para los amantes de climas mucho más agradables, Bolingbroke ofrece sus "colonias vacacionales". La denominada "Perla del Índico" está especialmente de moda. Se asienta sobre lo que solía ser un territorio africano en conflicto permanente. Pero no olvide que las guerras son por dinero, y los billetes que servían para los hombres mataran, sirvieron también para que dejaran de hacerlo. Así, la región en disputa pasó a ser un idílico y exclusivo complejo turístico bañado por el Océano Índico, del que disfrutan tanto altos "bolingbrokers" como otras gentes de fuerte poder adquisitivo. Y, por si acaso algún loco no entiende el idioma universal del dinero, está todo rodeado de un doble un cinturón de seguridad, el exterior controlado por el ejército y el interior por la policía.
Los trabajadores de la "Perla del Índico" son en su mayoría "externos" que sueñan con la ciudadanía que algunos logran cada año. Para ello trabajan horas y horas, y habitan en una pequeña ciudad de barracones situada entre los dos cinturones de seguridad. Todo sin rechistar, por supuesto. Los clientes, obviamente, jamás la verán: ellos llegan y se van desde la pista de un aeropuerto emplazado en un extremo del complejo.
Bolingbroke está muy satisfecho de su "Perla del Índico", como, en general, de toda su floreciente industria turística, que no deja de crecer.
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