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viernes, 12 de noviembre de 2010

Historias Imaginarias de un Colegio que Jamás Existió: El Uno Por Cierto.

-¿Y qué les cuento?

-Lo que quieras, alguna de esas milongas que les sueltas a tus alumnos, el caso es tenerlos un rato entretenidos sin pensar en esa mierda.

No es difícil liar a José Luis Trestuestes para que hable en público, en el fondo le chifla. Ese día, un amiguete de nuevo cuño le había convencido para que fuera a charlar un rato con unos jóvenes con los que trabajaba en una asociación. Una asociación para intentar salir de la droga, droga de la de verdad: coca y caballo.

María Ascensión odiaba llamarse María Ascensión. "Chorbes", así se la conocía desde siempre (¡y pobre del que la llamara de la otra manera!) Así la conocían esos presuntos amigos del colegio con los que salía y entraba (y los amigos de fuera de esos amigos). Amigos de tres cursos más adelante, se entiende. "Chorbes" es muy precoz para todo.

¡Cielo santo!, ¿cuántos años tendrá? No más de veinte, y, sin embargo, parece que tuviera diez más. José Luis Trestuestes decidió hacer como si no la conociera, aunque nunca fue muy bueno disimulando. Lo haría lo mejor posible. Pero no hizo falta.

-Hola, profe.

-¿Qué tal, "Chorbes"?

-Ya ves...

¿Qué decir en una situación así? José Luis se encontraba incómodo como pocas veces en su vida.

-Sí.

-No me eches la charla, ¿vale? No hace falta. Me lo advertiste, no hice ni puto caso. Tú ganas, yo pierdo.

-Tranquila, que no estamos en el cole. De todos modos, ya ves para lo que ha servido tanta charla. Para nada, para que perdamos los dos.

-¿Sabes?, recuerdo como terminabas siempre: "La mayoría, haréis el loco y no pasará nada grave, pero un uno por ciento se arruinará la vida, quizás para siempre". Pues aquí me tienes, ese uno por cierto soy yo.

-No está todo perdido, que estés aquí ya es un paso importante. ¡Seguro que sales adelante!

"Chorbes" le clavó la mirada, como quién amenaza con una navaja en la garganta. Sus ojos seguían siendo del verde del mar, pero ahora estaban contaminados por unas ojeras oscuras como el petróleo.

-Sabes que nunca tuve fuerza de voluntad...

-¡No te rindas!

"Chorbes" asintió. Era el mismo gesto que solía hacer unos años atrás cuando José Luis le animaba cada viernes a que hiciera los deberes.

Los que jamás presentó ningún lunes.

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