Goyo y Pedrín salen a pasear todas las tardes, que es gratis. Si Goyo está con algo de ganas, sacan un par de cervezas de una máquina que hay un salón de juegos que hace esquina con San Bernardo. Y se las toman, lentas, pausadas y filosóficas.
Los días que Goyo está más bajo de moral, nada. Dice que no tiene ni para eso.
Goyo y Pedrín también frecuentan museos y exposiciones (los que son gratis, claro está). Antes iban a otros sitios. "La de cultura que estamos cogiendo con esto de que nos echaran", dice Pedrín, siempre tan optimista.
Goyo no lo ve tan claro...Él siempre fue más de tonos muy oscuros, incluso cuando las cosas le iban bien. Se quitó la pegatina de la solapa (de esas que te plantan en algunos museos), y la contempló por un instante.
"Cuando arrancas una pegatina, ya no se pega más. ¿Y qué es una pegatina que no pega? ¡Nada! Pues eso mismo somos nosotros, pegatinas despegadas".
Pedrín le enganchó del hombro a su compañero, como para no permitir que se hundiera más en la mierda.
"¡No digas eso, Goyo, joder!...¿Has visto qué puesta de sol? ¡En ninguna ciudad se esmera tanto el sol para irse como en Madrid! ¡Hasta hace una reverencia y todo, de bien que le queda!"
Las puestas de sol también son gratis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario