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lunes, 27 de septiembre de 2010

Cara de Poker, Mano de Santo.

El poker ha entrado en nuestras vidas (y nadie sabe cómo ha sido).

Antes, era una actividad exclusiva de glamorosas películas americanas de hampones llamados "Joe", y mitológicas partidas clandestinas en almacenes de bares de pueblo, de esas en las que -se rumoreaba- los paletos ludópatas (acaso, "ludopatosos") siempre acababan poniendo llaves de casas y escrituras de tierras sobre la mesa entapetada.

Ahora, cualquier chavalín -y no tanto-, se echa sus manitas por Internet, con la reglamentaria perdida de dinero que se le supone a este tipo de actividades. Con el tiempo, igual alguno hasta termina arruinando su cuenta corriente, su negocio y su vida.

Pero jugar fuerte tiene estas cosas (¡es parte de la emoción, que caramba!)

Yo también jugaría, si no fuera porque no sé poner carita de poker.

(¡No fastidies, pero si es por Internet, que no se te ve!)

Créame, que a mí no me sale la dichosa cara de poker ni por esas. Prefiero el mus, que, aunque se me vea la mano en el rostro, lo más que pasa es que se te cachondea los otros y se te mosquea el compañero.

Pero de eso no se queda en la calle nadie.

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