Dice el tópico que todo ser humano debería escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo.
Lástima que el tópico olvide que los libros hay que leerlos, a los arboles hay que regarlos y a los hijos hay que educarlos.
Así pues, querido lector, antes de tirarse de cabeza a eso de tener una vida tópicamente plena, deténgase y hágase estas preguntas:
-¿Soy capaz de escribir un libro que merezca la pena leer?
-¿Estaré siempre ahí para cuidar de mi árbol?
-¿Seré protagonista de la educación de mi hijo?
Si todo el mundo siguiera este simple consejo, no tendríamos tantos kilómetros de estantería pública malgastados con libros que hace años que nadie saca, no habría árboles secos deprimiendo nuestro paisaje rural y no habría tanto adolescente energúmeno aterrorizando a las ancianitas por los parques.
Moraleja: un libro, un árbol y un hijo son compromisos firmes de amor eterno y desinteresado, no actos de capricho y egoísmo.
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