Esos que le Ponen los Cuernos a su Alma con un Billete de 500.

Hoy me di cuenta de que llegará el día (confió) en que, cuando yo hable de "pesetas", los niños me recetarán la misma carita de extrañeza que yo regalé a aquellos mis mayores que me hablaban de "cuartos" y "reales".

Entonces, temo y espero, les tendré que explicar qué es un "pesetero".

¿Qué les diré?

Puede que tenga la tarde chocha, cursi y pretenciosa, y les suelte algo así como: "Es una persona que vende su dignidad para comprarse un capricho".

O, acaso, esté rebelde y cascarribias, con lo que lo definiré como: "un malparido que pone al dinero (en el fondo, a sí mismo) por encima de sus prójimos".

O igual no se me entiende, entre la dentadura postiza y la empanada de una mente pasada de fecha.

O puede que no sea precisa tal explicaciòn, ya que lo peseteros habrán dejado de existir hace tiempo.

(Tache esto último. A veces suelto unas cosas que parece que ya estoy chocheando).

La poca gente que se puede permitir el lujo de limpiarse el culete con dinero, a menudo, tiene tan poquitos escrúpulos que no tendría inconveniente en hacerlo con su propia lengua.

(Perdón por la cochinada).