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viernes, 10 de octubre de 2008

La Poesía es como el Réflex. (Alivia, pero no cura...y hay gente que se gana la vida con su venta).

Dicen que dijo David Hume: "La Belleza está en el ojo del espectador". Estoy de acuerdo, y también con que, de modo análogo, "La Poesía está en el corazón del lector".

Porque, creo yo, hay tres tipos de poemas:

-El que no entendemos en absoluto profundo. Ese les parece una porquería sin sentido a los niños, y absolutamente genial al resto de la humanidad.

-El que entendemos y compartimos. Nos encanta. Lo recibimos con el alivio de no ser el único que se siente así, y la cierta envidia de no haber sido capaz de expresarlo del modo tan certero que otro lo ha hecho.

-El que entendemos y no compartimos. A este le tachamos, simplemente, de cursi.

De lo cual deducimos que la Poesía, en el fondo, sólo tiene dos objetivos:

-Que un reducido grupo de alquimistas del cultismo grecorromano y la gramática malabar se ganen la vida razonablemente bien.

-Que millones de personas se puedan desahogar cuando se enfrentan a eso tan complicado de ser un simple ser humano.

¿Y lo de crear belleza? Hombre, queda muy bonito para la página catorce del libro de lengua y la contraportada de las antologías anotadas. Pero, sospecho, es sólo una milonga.

¿Y lo de la fuerza valiente e irrefrenable plantada ante la injusticia? Pues mire, me temo que toda la Poesía Social y de Denuncia ha hecho mucho menos por cambiar el mundo a mejor de lo que Ella nos quiere hacer creer. Los cambios los fraguaron, a sangre y guantazo en carne propia, analfabetos con el valor de exigir que sus hijos no lo fueran.

Desengáñese, con demasiada frecuencia, los grandes poetas no son más que cursis con buenas críticas y mejores publicistas.

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