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domingo, 29 de junio de 2008

Nobleza obliga: Reyes en el palco.

La organización de la Eurocopa se tira de los pelos. Si la final se hubiera celebrado en el siglo XVI, habrían tenido la mitad de trabajo para aquello de organizar lo de las autoridades.

Lo que no sé es qué habría hecho el pobre Carlos I de España y V de Alemania si hubiera tenido que presenciar el partido. ¿Estar todo el encuentro sin mover un músculo por aquello de no herir sensibilidades? ¿Cantar los goles de los dos equipos, en inefable ejemplo de trastorno de personalidad bipolar forofa? O, peor, ¿mandar la diplomacia a Flandes y decantarse descaradamente por uno de los dos conjuntos?

La verdad es que no debe ser fácil eso de ser regia representación institucional de palco. Es una actividad de extremos, desde los orgasmos post-gol torpemente fingidos de los que no les gusta el deporte hasta el ultrasurismo reprimido de los que les gusta demasiado. Hay que cantar los goles, pero con mesura y lo justito. Nada de cortes de mangas al VIP rival acompañados del "¡¡¡toma, toma, toma, cabrón!!!" reglamentario, nada de gestos obscenos, nada ponerse a dar botes cantarines con el pecho al aire y un gorro ridículo de San Miguel.

Pues, pa' eso, mejor no ir al fútbol.

Carlos 1 de España y 5 de Alemania...¿es eso una profecía?

"Música a cuento de..." forofos. Una versión más de grada que de agrado del "You'll never walk alone".

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