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sábado, 28 de junio de 2008

El hombre inejecutable ("The man they couldn't hang").

Corría 1885 en el Reino Unido (hacia el final de la Era Victoriana, supongo). El poderoso de la muerte British Empire domina medio mundo con mano de hierro, sin embargo, ese mismo Imperio fue absolutamente incapaz de darle matarile a un tal John Lee, alias "Babbacombe".

Lee, natural del sur de Inglaterra, fue declarado culpable y condenado por el asesinato de la solterona miss Emma Keyse. Como en tantos casos, no está muy claro si él era el verdadero asesino criminal, pero vamos al asunto.

Ese patio de la cárcel de Exeter, ese flamante y flemático patíbulo con su soga, ese sombrío funcionario de ya saben ustedes qué. 8 de la mañana. John Lee y el séquito hacen su entrada triunfal. Escalones, capucha, soga, movimiento preciso de palanca y...¡¡¡zas!!!

No, no zas. La palanca se ha atascado. El personal de turno suelta el equivalente en inglés de: "¡Hay que joderse, pero si hace dos días esto lo estuvimos probando toda la tarde y funcionaba!" Sin problema, surge de la nada el oportuno manitas que te lo arregla en un plis. Aparta a Lee de un empujón y se pone a lo suyo.

"Ya está, macho". Efectivamente, se prueba la palanca y funciona. 8:20 de la mañana. Lee vuelve a su posición de partida. Capucha, soga, movimiento preciso de palanca que ahora si cede y...¡¡¡zas!!!

La trampilla no se abre. Más juramentos en "good English". Lee es conducido a su celda y mantenimiento se pone por segunda vez con la chapucilla de ocasión.

9:39. "Ahora sí que sí, macho". Capucha, soga, movimiento preciso de la palanca y...fue no que no. La dichosa trampilla sigue sin quererse abrir.

Ya habían tenido suficiente juerga por una mañana. La cosa se pospone. Al día siguiente, el Ministro del Interior, Sir William Harcourt, le conmuta la pena al correoso reo. John Lee salió en libertad en 1907 y tuvo sus cinco minutos de muy lucrativa gloria (peli muda incluida). Luego, se perdió su pista. Aunque de lo único que no cabe duda, es que esa muerte a la que tan toreramente le había dado tres naturales, acabó pillándole.

John Lee, hecho un pincelete en imagen posterior a su liberación.

"Música a cuento de..." torpeza a la inglesa con ración doble de humor negro. Sólo podía ser la sintonía de "Benny Hill".

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