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martes, 27 de mayo de 2008

"Operación Bikini", flaco favor. (Rubens, ¿dónde estás cuando más te necesitasmos?)

Dicen que decía Wallis Simpson (la mujer divorciada por la que Eduardo VIII renunció al trono británico): "Nunca se puede ser demasiado rico o estar demasiado delgado". ¿Existe mejor definición de la sociedad actual y sus miserias?

Paseo por las calles más caras de Madrid y me cruzo con tantas señoras y señoritas, con ropas lujosas cubriendo anatomías propias de un eremita. Ellas lo llaman estar delgadas, pero yo creo que "flaca", puedo que incluso "flacucha", nos da una definición más ajustada a la realidad.

Nadie duda que hay un problema, y gordo (¡Qué irónico!) Pero la única solución que se le da es la habitual ración de hipocresía en cápsulas. Hacemos un par de anuncios y un programita de sensibilización, pero luego seguimos teniendo modelos, actrices y presentadoras que parecen un cruce de la muñeca Barbie con un bicho palo, y cuya belleza, estilo y delgadez nadie parece cansarse de alabar.

Por mi parte, permítanme que haga una sincera reivindicación de las carnes femeninas bien puestas, y que, con ningunos de mis respetos, mande al infierno (que allí seguro que está todo el mundo muy delgadito) a toda esa gentuza que se enriquece arruinando los días de tantas niñas (y niños) y las noches de tantos padres.

Anda, hija. Bájate de la pasarela y vente conmigo, que te voy a comprar un bocata de calamares y una coca-cola.

"Música a cuento de..." ese maldito drama llamado anorexia. El "Adagio para cuerda" de Barber.

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